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Reflexiones al Final de Un Año en que Estuvimos al Borde del Abismo

Publicado: 2012-01-02

Se fue un año en el que muchos en el país nos sentimos al borde de un abismo. Por una diferencia estrecha,  y remontando la peor guerra sucia mediática que se tenga memoria, logramos tener a Ollanta Humala y no a Keiko Fujimori de presidente.  ¿Qué tanta diferencia había realmente entre ambos? Nunca imaginé que llegaría a formularme esta pregunta. Ahora creo que sólo con el tiempo lo sabremos.

Hoy se respira cierta calma pero también mucha incertidumbre sobre el rumbo de la política.  Algunos están contentos con el giro conservador de Humala – especialmente quienes no votaron por él, o quienes votaron por él “tapándose la nariz”.  Otros –y especialmente quienes firmamos manifiestos contra el retorno del fujimorismo y apoyamos (de cerca o de lejos) la marcha por la democracia y  contra la corrupción del 26 de Mayo–  le reclamamos al presidente que honre sus promesas de cambio social y lucha contra la corrupción sin ceder a las presiones de los grupos enquistados en el poder desde hace unas buenas décadas.

Hay visos de guerra sucia y riesgo de impunidad en el paisaje: la llamada “ley mordaza” aprobada por el Congreso es sólo un ejemplo, agravado por la frase del presidente pronunciada el 9 de Diciembre en Quina, campo de la célebre batalla de Ayacucho: que “el soldado está más allá del bien y del mal”. ¿Exabrupto emotivo? El presidente no lo ha aclarado y eso es preocupante. La “patria” no puede ponerse como pretexto para la impunidad.  Especialmente porque como sabemos por quienes conocemos los documentos militares de la época de la independencia, los jefes militares más prestigiosos, aquellos que lograron el apoyo y lealtad de muchas poblaciones campesinas, fueron quienes advertían a sus soldados a no atentar contra poblaciones indefensas y supieron reconocer sus contribuciones. Esos jefes sabían de qué lado debían estar los soldados. Entonces, si como el presiente lo afirmó en el mismo discurso  "ejército debe fundirse a su historia", no hace falta ir hasta el tiempo de los incas para tener a quien emular.

Por tanto, los ciudadanos y las ciudadanas no debemos bajar la guardia.  Humala no debe olvidar nunca por qué fue elegido y nosotros tenemos la obligación de recordárselo: “No a la corrupción” fue el principal lema que usó para diferenciarse de sus rivales políticos, y especialmente de Keiko Fujimori. Por eso recibió un respaldo firme de  millones de peruanos.

En este tema tenemos también una historia importante que recordar: aquella de la capacidad de indignarnos. La marcha del 26 de Mayo, realizada a nivel nacional y donde participaron de manera prominente los jóvenes, tiene un antecedente en La Marcha de los 4 Suyos. Cualquier historia de la democracia en el Perú tendrá que registrar esos momentos. Pero no deben quedarse en "momentos". Este legado de la política pacífica en las calles debemos defenderlo, porque somos un país cuyas instituciones publicas están lejos de canalizar los derechos ciudadanos. Las fuerzas democráticas deben pasar de las calles al parlamento y a las instituciones del Estado. De otra forma, los ciudadanos perderán fe (o lo que les quede de ella), en las elecciones como un medio de obtener la justicia y democracia, y volverá la seducción de las armas. Y entonces, ¿quiénes serán los culpables?

Por eso, como diría Vallejo “!Hay, hermanos, tanto que hacer!” En este panorama, el país nos necesita a todos y todas, y no le podemos ser indiferente. Les deseo a tod@s  un excelente año 2012.


Escrito por

cecilia méndez

Soy historiadora, enseño en la Universidad de California, en Santa Bárbara, donde paso 9 meses al año y los 3 restantes vivo en el Perú.


Publicado en

Un mar apenas

Un blog de Cecilia Méndez