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Manipulación de los derechos humanos y el voto por Humala

Publicado: 2011-06-02

Ernesto De la Jara describe  el uso  oportunista que hace el fujimorismo del discurso de los derechos humanos con motivo de la coyuntura electoral.  Opina por qué  el "No a keiko" no es suficiente y por qué un voto nulo o viciado no sería  lo más apropiado. Sus razones para votar por  Humala son especialmente elocuentes, proviniendo de una persona que ha sido crítica de su candidatura precisamente por estar el candidato cuestionado en el tema de derechos humanos.  Reproduzco en su integridad el artículo y lo recomiendo especialmente a los indecisos para este domingo.

MANIPULACIÓN POLÍTICA DE LOS DERECHOS HUMANOS

por  Ernesto de la Jara

No sé si debo reírme o indignarme cuando veo cómo Expreso, Correo, La Razón o los medios de Martha Meier (El Comercio, Perú21 y otros), y sus personajes más representativos, usan los derechos humanos para defender a la dictadura de Fujimori y Montesinos.

Cinismo sin límites ¿Cuándo alguno de ellos ha dicho si quiera una palabra en relación a las miles de violaciones de derechos humanos que en el Perú se han producido entre comienzos de los 80 y fines de los 90? Hemos tenido casi el record mundial en personas desaparecidas; más de 15,000 inocentes han pasado por las cárceles, injustamente acusados de terrorismo; miles de ejecuciones extrajudiciales, torturas, violaciones sexuales, etc., etc., etc. ¡Mutis!

Igual frente a la existencia de dos grupos asesinos creados desde el gobierno para matar como parte de la estrategia antisubversiva: el Comando R.F durante el gobierno de García y el Colina, justamente, en los 90.

¿Alguna preocupación les hemos escuchado frente a las miles de fosas comunes que ya se tienen identificadas, y que no se procede a exhumar por falta de voluntad política?

No, solo silencio absoluto, justificación y hasta celebración. “Son los costos de toda guerra”. “Para hacer tortillas hay que romper huevos”. “Algo habrán hecho”. “Con tal de que nos salven de la subversión…” “¿Por qué respetar los derechos humanos de quienes no lo respetan?” “Indubio pro societatis”.

Obviamente tampoco se han preocupado de las víctimas policiales y militares, a quienes se les mandaba a combatir a uno de los grupos más sanguinarios de la historia de la humanidad (Sendero Luminoso), pese a su juventud, a su falta de preparación, sin equipos adecuados y sin siquiera saber a qué tipo de insurrección estaban combatiendo. Mientras que sirvieran de carne de cañón o de barrera de contención, todo estaba bien. ¿O alguna vez hicieron alguna acción por aquellos miembros de las Fuerzas Armadas que quedaban lisiados, o por sus viudas? También un silencio absoluto. Sólo los exhibían para atacar a los defensores de derechos humanos, diciendo que ellos se ocupaban exclusivamente de los terroristas; pero lo cierto es que nunca hicieron algo concreto a favor de ellos.

A los únicos que siempre defendieron, convirtiéndolos en héroes, fueron a los miembros de las Fuerzas Armadas de alto rango, que dieron las órdenes o fueron cómplices de las violaciones de derechos humanos más salvajes que se cometieron, no solo contra los integrantes de SL y el MRTA, sino principalmente contra la población inocente, “entre dos fuego”.

Claro, si el 75% de las víctimas fueron –según la CVR- personas que vivían en zonas rurales, pobres, analfabetos o con solo primaria y quechuahablantes; esos otros (indios, cholos, campesinos), que nada tienen que ver con el país oficial y que más bien son sospechosos de todo lo malo que ocurre. Muy distinto hubiera sido si las víctimas pertenecieran a esa burbuja en la que ellos viven.

La defensa de la impunidad y de las leyes de amnistía, también han sido parte de sus “códigos de ética”: a los violadores de derechos humanos hay que perdonarlos, sin importar las atrocidades que hayan cometido, porque lo hicieron por nosotros.

Y quienes defendían los derechos humanos corriendo todo tipo de riesgos, frente a los grupos subversivos y frente a quienes desde los gobiernos se dedicaban a violar los derechos humanos, siempre los calificaron de cómplices, de organismos grises o, en el mejor de los casos, tontos útiles.

Todos ellos celebraron cuando el Arzobispo de Lima, Monseñor Cipriani, dijo que “los derechos humanos eran una cojudez”; perdón, una precisión, esa expresión tan católica, romana y apostólica, nuestro Cardenal no la dijo respecto a los derechos humanos sino sobre la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, instancia que existe desde 1985, integrada por más de 70 organizaciones, muchas de ellas vinculadas a esa parte de la Iglesia Católica que siempre ha defendido los derechos humanos, a diferencia de Cipriani que, estando en Ayacucho, no hizo nada para evitar las atrocidades que se cometían todos los días.

Hace tan solo unas semanas, esos conversos de último minuto a favor de los derechos humanos, defendían el decreto legislativo 1097, con el que Rafael Rey, uno de los vicepresidentes de la candidata del fujimorismo, intentó pasar camufladamente, una nueva Ley de Amnistía provocó el rechazo de las organizaciones de derechos humanos y del periodismo independiente, además de la renuncia de Vargas Llosa al “Espacio de la Memoria”.

Estos medios y gente inmoralmente antiderechos humanos, pro impunidad, creyentes del la “barbarie contra barbarie”, son los que ahora se agarran de las violaciones de derechos humanos de las que se le acusa a Humala, para convertirse en los más grandes defensores de derechos humanos. Lean si no a Mariátegui, Martha Meier y Dubois, a quienes volvemos a retar nos saquen una sola palabra que hayan dicho antes a favor de los derechos humanos. Una sola.

¿Son ellos los que nos van a dar clases de derechos humanos? Al parecer ya han pedido su incorporación “a la cojudez de la Coordinadora”, institución que está evaluando si este año les da el premio nacional de derechos humanos.

¿Por qué han pasado del desprecio total por los derechos humanos, a defenderlos obsesivamente? Porque levantar lo ocurrido en Madre Mía es otra de las maneras de chancar a Humala. Siguen despreciando los derechos humanos, pero, con el desparpajo que caracteriza a estos medios y a sus representantes, los usan con fines políticos.

Pero acá no termina esta actitud de manipulación política del tema de los derechos humanos. Critican a las organizaciones y a las personas que, en el lado opuesto a ellos, durante más de 30 años vienen dedicándose a la defensa de los derechos humanos. Para ellos, estas organizaciones y personas, debido a las denuncias contra Humala por lo ocurrido en Madre Mía, deberían estar con quien representa la dictadura fujimontesinista.

De esa manera no solo golpean a Humala, sino también a quienes siempre detestaron, justamente por defender lo que ellos creen que debería desaparecer cuando su uso no sirve a sus intereses: los derechos humanos.

Frente a lo ocurrido en Madre Mía reiteramos lo dicho, porque es absolutamente falso que –como dicen algunos– hayamos evadido el tema (ver el comunicado de la Coordinadora y otros escritos de instituciones parte).

Voto con garantías y condicionado Sería realmente absurdo que quienes defendemos los derechos humanos, creamos que el mal menor en estas elecciones sea la vuelta de la dictadura fujimorista, caracterizada por lo que ya se ha dicho hasta el cansancio: reelección inconstitucional, creación del Grupo Colina y cientos de violaciones de derechos humanos, fraude electoral, esterilizaciones forzadas de mujeres, compra de medios y periodistas, vínculos con narcotráfico y armas. Régimen del que fue parte la actual candidata.

No estamos por el voto viciado, porque si bien es una actitud democrática válida, a la vez es hacerse corresponsable del resultado que salga, ya que si se vota de esa manera, se termina ayudando a quien tenga más votos.

Otros se han quedado en el “NO A KEIKO”. Opción también valida, pero que si bien la debilita a ella como candidata, no ayuda a fortalecer a su contendor, lo cual es indispensable para que el fujimorismo no gane.

La otra posibilidad es un voto a favor de Humala, con una convicción total a favor de él, en términos de su trayectoria y acciones futuras, como es el caso de las personas que pertenecen a la organización política humalista o a la alianza de Gana Perú.

Sin embargo, hay otra opción asumida por un grupo significativo de peruanos y peruanas: ante el escenario electoral que nos ha tocado vivir, -el mismo que no habríamos deseado-, teniendo que optar necesariamente por uno de los dos candidatos, y estando convencidos de que la vuelta del fujimorismo sería lo peor para el país, la decisión es apoyar a Humala, si es que da garantías, (lo que ha cumplido), bajo condiciones del cumplimiento de sus promesas y solo hasta el 5 de junio, fecha en que comienza la fiscalización.

Hemos optado además por un candidato que no negamos tiene puntos críticos en su trayectoria, (de lo contrario no habría nada que discutir), razones por la que antes lo criticábamos severamente, pero que creemos ha cambiado.

De nuevo, quienes hemos adoptado esta posición nos hemos comprometido a realizar una labor de fiscalización a partir del día siguiente del triunfo de Humala, tanto frente a los hechos de su pasado como frente a lo que haga a partir de ese momento.

Y esa labor de fiscalización respecto a su pasado comprenderá los hechos que contra él se señalan: Locumba, andahuaylazo y Madre Mía.

En lo de Locumba hay solo el audio de Montesinos contra él y las llamadas a la base militar de ese lugar, que podrían haber sido para saber el estado de la situación. En todo caso, si el candidato fuera hombre de Montesinos: ¿qué sentido tendría que él arruinara la candidatura de Humala, cuando al no hacerlo, podría tener en sus manos, al próximo presidente que salga, sea Keiko u Ollanta?

Lo del andahuaylazo, si bien es obvio el enorme error que cometió al no deslindar inmediatamente con su hermano, su responsabilidad disminuye al haber tomado esa actitud sin estar en el lugar de los hechos y ni siquiera en el Perú. Prueba de ello es que él no está comprendido en el proceso, ni por el levantamiento ni por el asesinato de los cuatro policías, hecho condenable desde todo punto de vista.

El caso de Madre Mía, deberá ser también uno de los temas que se debe continuar investigando, con la fiscalización de todos. Es cierto que el caso fue inicialmente impulsado por la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, pero esa denuncia concluyó en una absolución en dos instancias, ratificadas a nivel de la Corte Suprema. Se podría alegar que en el Perú el sistema de justicia es poco confiable e independiente, lo que es cierto.

¿Pero, por qué esas sentencias tendrían que haber favorecido a Humala en lugar de perjudicarlo, si la injerencia política que prima en el sistema de Justicia no se podría considerar a su favor, sino más bien en contra? El otro hecho importante es que quien vio el caso en última instancia fue una sala de la Corte Suprema presidida por César San Martín, un juez probo e insospechable.

Y no es cierto, que a San Martín solo le quedará archivar el caso, al no haber testigos; él podría haber declarado la nulidad del proceso y retrotraerlo hasta donde tuviera que realizarse una investigación más profunda.

Además, dicha absolución pasó antes por las manos del fiscal Victor Cubas (que opinó que no había mérito para acusar) y luego por la sala de Jimena Cayo, la que tampoco encontró responsabilidad penal. Ambos también magistrados insospechables.

Ahora, lo cierto es que el caso puede continuar investigándose con la supervisión de todos, ya que sigue abierto a partir de la retracción en las declaraciones de varios testigos.

¿Por qué han pasado del desprecio total por los derechos humanos, a defenderlos obsesivamente? Porque levantar lo ocurrido en Madre Mía es otra de las maneras de chancar a Humala. Siguen despreciando los derechos humanos, pero, con el desparpajo que caracteriza a estos medios y a sus representantes, los usan con fines políticos.

Prueba de la utilización que se quiere hacer del caso, es que Perú 21, le acaba de dar una gran cobertura a las declaraciones de un testigo contra Humala. Posteriormente se descubrió que él no estuvo en la zona en la misma época que Humala, que hablaba de oídas sobre lo principal y que se trataba de alguien con un prontuario conocido. ¿Periodismo?

Sabemos muy bien que los derechos humanos no se evalúan al peso; toda violación de derechos humanos es grave en sí misma y, por tanto, es imperdonable y sancionable.

Pero la violación sistemática de ellos de parte de los fujimoristas (al punto de que la CVR señaló que Belaunde y García solo tenían responsabilidad moral y política frente a esas prácticas, mientras que Fujimori sí tenía responsabilidad criminal), es un argumento contundente para descartar de plano al fujimorismo. Y sí tiene que haber un rechazo por principio del fujimorismo, la única opción que queda es la de apoyar al otro candidato, en los términos planteados, lo que no significa avalar de manera incondicional ni su pasado ni su futuro.

Qué más prueba de que esta es la mejor manera de proceder, que casi todos los sectores decentes del país, han asumido de manera explícita un “No A Keiko”, lo que conduce implícitamente a apoyar a Humala, ya que no llaman al mismo tiempo a votar viciado, como lo han hecho algunos. En esa lista hay escritores, artistas, jóvenes, dirigentes sociales, profesores, representantes de sociedad civil, etc.

También sorprende que quienes han salido a utilizar con más frecuencia el caso de Madre Mía, no se hayan tomado el trabajo de hacer una investigación a fondo, pese a que se trata generalmente de periodistas. Solo se han quedado en los testimonios presentados.

Sin perjuicio de lo dicho anteriormente, también resulta inexplicable que los que votaron la vez pasada por Alan García, alegando que “era el mal menor”, ahora digan que no lo podrían hacer por Humala debido a lo de Madre Mía. Tendrían que explicar cómo así lo pudieron hacer por Alan García, sin hacerse ningún problema, si él estaba vinculado a cientos y miles de violaciones de derechos humanos.

Tomado dehttp://www.revistaideele.com/node/1017


Escrito por

La mula

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Publicado en

Un mar apenas

Un blog de Cecilia Méndez